Incontinencia urinaria y Osteopatía.

La incontinencia urinaria afecta al 25 % de las mujeres en España. Aunque tiene consecuencias físicas, sociales y económicas importantes, es un tema tabú, del que las mujeres no suelen hablar.

Hay tres tipos principales de incontinencia urinaria: de esfuerzo, de urgencia y mixta.Se habla mucho de reforzar el perineo, tanto que se ha convertido casi en una obsesión, pero en muchos casos, este refuerzo del suelo pélvico no es suficiente o no resulta eficaz para corregir la incontinencia urinaria.Hay muchos otros factores que desempeñan un papel importante. Los más predominantes son el embarazo y el parto, que pueden provocar lesiones en la pelvis. De hecho, las mujeres que tienen incontinencia urinaria durante sus embarazos tienen dos veces más posibilidades de sufrirla 15 años después (de ahí la importancia de consultar pronto).

Cualquier presión sobre la vejiga y la uretra, deformación o adherencia modifican la fisiología y, por tanto, pueden provocar incontinencia urinaria. Pueden ser disfunciones del aparato digestivo o del útero, adherencias de cicatrices o de infecciones antiguas, lesiones de los tejidos a causa del parto, sobrepeso, menopausia, etc.

En la consulta, conseguimos un 90 % de mejora de la incontinencia urinaria, pero hay que detectarla lo antes posible. Hay un momento en el que la osteopatía ya no puede hacer nada.

Me suelen preguntar qué diferencia hay entre un fisioterapeuta y un osteópata a la hora de tratar la incontinencia urinaria. La respuesta es que son dos profesiones diferentes. El fisio rehabilita la función urinaria y el osteópata posibilita que se pueda producir esa rehabilitación. Por eso hay que ir primero al osteópata.
Todavía queda mucho camino por recorrer para poder tratar la incontinencia urinaria con y gracias al osteópata.
Formando parte de un trabajo médico en equipo, la osteopatía es eficaz, no presenta riesgos, es económica y no es dolorosa.
Pero hay que empezar en cuanto aparezcan los primeros síntomas.